Tribuna

Desafío de los católicos en Honduras

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Ser católico en Honduras es un reto complejo más que difícil. Somos parte de una comunidad con profundas enseñanzas que nos pone por enfrente el desafío en la vida pública, para cuestionar y contribuir a una mayor justicia y paz con la honestidad y firmeza para asumir las posturas políticas y desmontar los escenarios de un sistema corrupto, con la claridad moral del evangelio y así ayudar a construir un país serio.



Nuestro compromiso en Honduras es vivir de frente, sin dobleces ante la responsabilidad de la iglesia y sin abandonar sus convicciones morales ante los cuestionamientos de los individuos de la Administración púbica y sus engranajes políticos, asimismo, con total claridad de ideas y coherencia, sin dogmas ni sectarismos. Si queremos cambiar el status quo, debemos ser ciudadanos de convicciones morales, con un enfoque integral por esta Honduras que merece otra realidad.

Llevar la verdad a la clase política

El papa Francisco dice que «para avanzar en la construcción de un pueblo en paz, justicia y fraternidad, hay cuatro principios: la dignidad de la persona humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad».

Estos principios son inclaudicables y nos proporcionan una fuerza moral para la contribución de todo católico con una «ética uniforme hacia la vida», para ser actores de cambio en cuestiones fundamentales para el país, que aún está a tiempo para dignificar la vida humana, porque esta es sagrada; además, cada persona es creada a imagen y semejanza de Dios, y no a la sombra de dictadorzuelos, corruptos y demagogos armados de un discurso y de un presupuesto público para usarlo con sus fuerzas militares contra los ciudadanos que cada día reclaman un cambio total de las estructuras del poder.

Antes, debemos fortalecer las bases del núcleo familiar, ya que es imposible promover la dignidad de la persona si no se cuida la familia. Allí está la transmisión de los grandes cambios sociales que promueven la dignidad humana y el bien común que asume las grandes transformaciones que solo se dan si se protegen los derechos humanos y el derecho a la vida, el derecho a la libertad religiosa y otros derechos que, como católicos, debemos luchar para promover la justicia y el bienestar de la sociedad. ¡Este país es de todos! Es «nuestra casa común», como suele decir el papa Francisco.


Escrito por Gabriela Castellanos. Directora del Consejo Nacional Anticorrupción de Honduras y Miembro de la Academia de Líderes Católicos